le baja por la garganta. Y el cuello. Y el pecho. Bebe hasta que se le humedece cada pulgada del alma. Hasta que se le suaviza. Viene sedienta. Y bebe. Bebe hasta terminar la copa. Simón, en cambio, ni siquiera sabe que tiene sed. La gente como Simón no necesita la gracia; sino que la analiza. No necesita misericordia; la debate y la prorratea. No es que Simón no pudiera recibir perdón; sencillamente nunca lo pidió. Así que, mientras ella bebe de la copa, él se infla. Mientras ella tiene un montón
Page 6